miércoles, 8 de julio de 2009

chicas colegialas

Así pues, hicimos la mudanza de nuestros muebles, que por cierto aún eran pocos, y nos instalamos en la antigua recámara de Eduardo, mi esposo. Mi suegra se mostró gustosa de que nos hubiéramos mudado, pero desde la primera noche que vivimos en esa casa, Roberto comenzó a hacer comentarios de incomodidad. El se encontraba inestable en cuestión laboral y parecía que eso afectaba su carácter. En realidad a mí me causaba un poco de miedo su presencia, pues él era mayor que mi esposo, además de más alto y corpulento.

-Pues aquí van a tener que acoplarse a las nuevas reglas ¿eh? Dijo Roberto. -¿Cuáles nuevas reglas? Cuestionó mi esposo. -Las mías. Aquí tienen que alinearse, no porque estén casados significa que no las van a respetar.

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