Era tanta mi excitación que sin mucho esfuerzo y luego de la calentura de la mañana me vine a borbotones de leche que mi esposa tragó con una pasión diciéndome luego, “¿qué te pasa que hoy amaneciste inquieto?, ¿será que te gusta Liliana?” solo sonreí, bajé a tomar una ducha y me cambié para salir al trabajo. Regresé en la tarde, ellas tomaban el té conversando, saludé a mi esposa con un beso. Y nuevamente la indiferencia de ella, la misma que una vez ya había visto como que nunca pasaron las cosas.
Esa noche salimos al cine, y todo siguió con la misma formalidad. Pero en mí había la decisión de que no volvería a jugar conmigo sería a mi manera no como ella quisiera, así pasaron lentamente cada uno de los días de la semana.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario