Me acerqué, la vi en la tina parada desnuda, contemplé su riquísimo cuerpo, ella ni se percató de mi presencia, yo la miraba, metí medio cuerpo a la ducha para contemplarla mejor, ella concentrada en su aseo, yo disfrutaba esos segundos en contemplar cada pliegue de su piel, mi erección era evidente, ella sintió mi presencia, volteo a la puerta y me mira, su primera reacción fue instintiva, agarró una toalla y se cubrió medio cuerpo, yo pensé que me iba a decir algo, me miró y nuevamente vi esa mirada que vi la noche que nos embriagamos, sonríe, estaba bellísima, sin una gota de maquillaje, el cabello revuelto, mojado.
Me dice buenos días bebé, dirigiéndose a mi pene, estábamos a metro y medio de distancia, me dice “no te acerques o grito”, me dice “tócate”, la escena era muy singular, yo parado con la mitad del cuerpo dentro del baño y la otra mitad en el pasadizo, ella soltó la toalla y empezó a tocarse los pechos y acariciarse su vagina despacio, yo saqué mi verga y empecé a acariciarla en toda su extensión, nos mirábamos y no tocábamos, la miraba y ella a mí, los dos masturbándonos.
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